Cuando comencé incursionar en Facebook sentí el temor de cuando una se enfrenta a lo ignoto. Entonces surgieron las interrogantes sobre ese lugar, de qué se trataba este afamado espacio, qué razón de ser tenía aquel grupo de internautas con quienes me encontraría….
Primero pensé que era una comunidad sin sentido. Empecé a hacerme de amigos que no eran mis amigos. No obstante, me quedé atrapada en esta “red sin salida”, la red que no tiene fronteras.
Con el tiempo encontré a quienes creía perdidos, desaparecidos. He conocido excelentes personas, que quizá pude disfrutarlas hace mucho tiempo o bien porque no tuve la oportunidad o sencillamente nunca nos vimos en nuestra tierra.
También, están, los pocos, que tan inseguros se sienten en este universo que hasta tratan de ofender para imponer sus criterios.
También, están, los pocos, que tan inseguros se sienten en este universo que hasta tratan de ofender para imponer sus criterios.
Este sitio está preñado de deseos, de intercambiar diversos criterios de manera respetuosa; fraternizar; una comunidad que se aferra a costumbres virtuales, con su idioma e idiosincrasia, gestos; una comunidad fantástica, donde se escucha las risa y el llanto; la nostalgia y la alegría; el amor al hombre, a la tierra... y el desamor, una comunidad donde está presente el sonido, el sentimiento, donde la pantalla no es un obstáculo para vivir.
Allí estamos por lo más preciado que tenemos, la amistad y el amor. Por eso me apego a esta red sin salida.