jueves, 12 de septiembre de 2019

Mozo, sírveme en la copa rota…



Todo comenzó cuando Malvino Fortuna, así se autodenomina en ocasiones, decidió visitar   una de las instituciones más lindas y acogedoras de Bayamo, antes de que concluyeran sus vacaciones,  escogió al Piano-Bar.
Antes, fue a conocer el precio, la hora de la entrada, ofertas… entonces, pensó: “ese es el lugar que deseo para pasar un buen rato con mis amigos”. El sábado reciente se hizo realidad su deseo. Cuando llegó, un joven lo recibió en la puerta, le dio las buenas noches, y al instante le explicó: “hoy se pagan 10 pesos per cápita”. Él los dio gustosamente.
Apenas se habían acomodado en la mesa, la unidad quedó sin fluido eléctrico,  en tinieblas; no obstante  la camarera se personó, y Malvino  y sus amigos hicieron el pedido.
De esta manera comenzó la noche en ese centro nocturno, una de las invitadas de Fortuna,  accidentalmente tocó su copa en la oscuridad,  cayó encima de la mesa y se hizo añicos. Él y sus amigos recogieron hasta las “migajas” de vidrios del mantel, para no lamentar males mayores. Cuando pasó la camarera, ya había llegado la corriente, recogió la copa rota, sin decir una palabra y no regresó ni a preguntar si se necesitaba otra.
Malvino, al poco rato, se dirigió a la barra a ordenar otro servicio, allí le comunicaron que tenía que pagar la copa, él lo comentó a sus compañeros, pero la noticia  se  tomó como una jarana, no imaginaron jamás los invitados de ese “afortunado” que era cierta.
Fortuna decidió, esa noche, cambiar el look, vestirse  con camisa de mangas largas, pues había tres splits y no iba a soportar el frío, pero la climatización tenía problemas, y lo que le  hacía falta era un abanico. Decidió marcharse.
Cuando se disponía a salir, la camarera lo interceptó: -Hay que pagar la copa, su valor es de 50 pesos, o  traigan  una de su casa.
Malvino solicitó ver al responsable de turno del establecimiento, y  le exigió un acuse de recibo, tal vez, como constancia de haber pagado esa cantidad por ese concepto.
El referido administrativo no podía emitir ningún documento. Sencillamente, tomó los 50 pesos y los colocó junto a un fajo de billetes.
Como consecuencia del suceso afloraron varias  interrogantes, si las copas son medios circulantes, no medios básicos, que de por sí tienen depreciación o fallas por roturas,  ¿por qué adoptan tales medidas? Imagino que casos de esta índole ocurran en cualquier centro gastronómico. Amén de que las roturas de esos útiles hayan sido por indisciplinas sociales de los clientes.
¿Dónde está la protección al cliente?, cuya resolución 54/2018 entró en vigor en junio pasado, la que plantea:
 a) Respeto de los derechos del consumidor: Los derechos del consumidor son inviolables por los proveedores e irrenunciables por los consumidores;
b) Educación, información y divulgación en materia de consumo: Se aplican tanto para los consumidores, como para los proveedores.
¿Qué norma jurídica establece que si al cliente se le rompe una copa, un vaso… por accidente, deba indemnizar a la unidad?, indagamos al respecto y no existe oficialmente ninguna, ¿Por qué   al cliente  no se le informan las medidas adoptadas por el centro?, por lo que se han violado, además, los  incisos g) acceder a una información veraz que posibilite elegir conforme a las necesidades, expectativas, deseos y preferencias y h) acceder a la información sobre los requisitos a cumplir en los establecimientos en aras de un mejor disfrute de los servicios que se oferten.
Un sitio acogedor, a pesar de esos inconvenientes, donde se escucha una música agradable, tanto grabada como con la agrupación que allí trabaja,   debe mantener su condición de excelencia, tratemos de que Malvino regrese al lugar de los hechos con sus amigos  para ser resarcidos.