viernes, 28 de marzo de 2014

Canción a una mujer desde la ventana


Se sintió rayar una guitarra  y, luego,  una  melodía, que rompió  el silencio de la noche  e hizo  que una de las señoritas bayamesas más distinguida de la época, Luz Vázquez, al   escuchar: “Ven y asoma a tu reja sonriendo/ ven y escucha amorosa mi canto,/ ven, no duermas, acude a mi llanto/ pon alivio a mi negro dolor…, asomara, desde una ventana, su rostro enamorado,    
Eran jóvenes que llenaban de encanto la madrugada  del 27 de marzo de 1851 con la canción La Bayamesa, serenata que  dedicaron a Luz Vázquez, admirable dama.  Francisco Castillo Moreno,  José Fornaris, Carlos Manuel de Céspedes  y el tenor Carlos Pérez fueron sus protagonistas,  a pocos días del suceso las muchachas la cantaban, quedando  como una de las más hermosas tradiciones de Bayamo.
Su letra todavía hace vibrar  a todos como si fuera la primera vez.  Según la historia Francisco Castillo Moreno  fue el principal promotor  porque estaba enamorado de Luz Vázquez, hecho que quedó demostrado cuando  contrajeron nupcias.
Qué manera tan poética  e inigualable de describir a una  bayamesa y de declararle su amor, cuánto  significaba Luz para ese excelente músico “…tú fuiste mi sol refulgente”. 
Con respeto y ternura se dirigió a ella “ y risueño, en su lánguida frente/  blando beso imprimí con ardor.
Hoy Bayamo se reúne en ese su lugar para celebrar aquel encuentro que aún mantiene esa melodía adherida en las rejas de aquella ventana, testigos del incendio de Bayamo, en 1861.
                                                         


La Bayamesa ( letra)
¿No recuerdas, gentil bayamesa,
que tú fuiste, mi sol refulgente,
y risueño, en tu lánguida frente,
blando beso imprimí con ardor?

¿No recuerdas que un tiempo dichoso,
me extasié con tu pura belleza,
y en tus senos doble la cabeza,
moribundo de dicha y amor?

Ven y asoma a tu reja sonriendo,
ven y escucha amorosa mi canto,
ven, no duermas, acude a mi llanto
pon alivio a mi negro dolor.

miércoles, 5 de marzo de 2014

A Chávez en aniversario de su último adiós



Amigo es preciso trabajar hasta la muerte.
                                    Simón Bolivar
Cuando escuché la noticia  de su partida, no tenía con quien compartirla, estaba en una habitación del  Costillar de Rocinante, bajé al lobby del hotel, todo el mundo con las lágrimas en los ojos, no hizo falta decirnos ni media palabra. Se fue pero estará por siempre en nosotros.

No sé ni cómo hoy he podido comentar sobre ese hecho que dejó a todos sin habla. Él sí tuvo el coraje de hablar, de preparar a todos los venezolanos, a todos los que lo seguían, antes de de su partida final. Qué fuerza tenía caramba, la fuerza que Dios da a todos los que creemos en él, pero se fue tranquilo, se marchó sabiendo que dejó infinitas muestras de cómo ser un buen cristiano, buen revolucionario, se fue siendo un hijo de Dios, de Bolívar, de Fidel y de tantos otros que lo enseñaron a amar sin reparo.
Hoy lo recuerdo con sonrisa, con amor y paz. Él lo merece.