Con mucha
viveza en sus ojos y orgullo Iliana Medel Rodríguez dice que “nací en La
Oyá, una barriada de Bayamo, Cuba; mi papá era el sostén de la
casa y mi mamá que apenas había ido a la escuela, tenía que velar por mí y mis hermanas, Marisela(fallecida) y
Casandra, así que nuestra situación era muy poco holgada”.
Así de
esta manera vivían muchas familias en
Cuba antes del primero de enero 1959,
fecha en que triunfa la
Revolución, gracias a esto “pude estudiar y recibirme como Ingeniera Pecuaria, expresa
Medel Rodríguez, trabaja en la Empresa Avícola de Granma, y
funge como especialista de Control de la calidad.
“Nunca
pensé que podría separarme de mi familia por mucho tiempo, no niego que lo
medité con profundidad, continúa Iliana, cuando me seleccionaron para cumplir misión en la República de Venezuela.
“Allá tuve
momentos tristes, de añoranza a mi
familia, de nostalgia por mi hijo pequeño, pero `sobre mi corazón no
manda
nadie más que
mi conciencia`, como expresara en una ocasión el libertador Simón
Bolívar.
Ser
solidario es una característica heredada de nuestros ancestros, como Manuel
Cedeño, el Soldado de América, que estuvo en muchas batallas junto a Simón Bolívar.
“Trabajé,
expresa Medel Rodríguez, junto a tres colaboradores
cubanos y un ingeniero Venezolano, en el Estado de Lara, municipio Barquisimeto, durante dos
años como asesora integral para la crianza apropiada y el desarrollo pecuario.
“Este
equipo formó parte del proyecto
Capacitación en Innovación para
apoyar la
Revolución Agraria (CIARA) con el objetivo de que los productores fueran capaces de aplicar
lo aprendido en sus hectáreas de tierra.
“Durante
mi estancia en ese país intercambié con productores pobres, sin apenas
preparación, por lo que casi no podían abastecer a su familia. Conocí cómo
vivían muchos pobladores, guardo gratos recuerdos.
Cuando
visitaba por vez primera a los campesinos, y sus niños
la veían acercarse a los caseríos “salían corriendo, porque temían al
desconocido, eran comunidades indígenas, y, con el tiempo esos mismos niños
llegaron a recibirme como si fuera el
mío, mi corazón se sentía inmenso, ahora
mi familia es más grande.´
“Gracias
al convenio Cuba-Venezuela, al apoyo de la Alcaldía y la Gobernación del Estado
de Lara, y al liderazgo del Presidente
Chávez, se les facilitaba financiamiento sin devolución para la sustentabilidad
de cada familia, consistente en recursos referente a la salud, educación, deporte y recreación.”
“El proyecto
abarcaba a 120 familias para
demostrarles que podían autoabastecerse con su trabajo y sostener a la granja;
y luego ofertar en el mercado productos a un precio solidario, ayudando, de
esta forma, a la comunidad y parroquia a la que pertenecían.
“Se formaron
300 patios familiares donde se sembraron distintos tipos de rubros
agrícolas y pecuarios, galpones para la
crianza de diferentes especies de animales y la intervención del proyecto CIARA acción que los productores
agradecieron.
“Asimismo,
se trabajó en los liceos bolivarianos con estudiantes en
las construcciones de huertos escolares y la crianza de animales y a su
vez ellos transmitían el conocimiento a
su familia.
“Realicé talleres sobre los métodos alternativos en la fabricación
de alimentos para los animales por este concepto ahorraban, ya que no tenían
que comprar los derivados para su elaboración, que luego los productores
llevaban a la práctica y les reportaba
excelentes resultados tanto en la reproducción como en la ceba del animal.
Esta
bayamesa alcanzó la condición del 50 Aniversario del Triunfo de la Revolución por
su disciplina y aporte a la formación del hombre nuevo en Venezuela.
Esto
demuestra que cuando hay voluntad de cooperación entre los pueblos, el más simple de sus miembros es capaz de contribuir al bienestar
y la felicidad de otros seres humanos.