No sé por qué, pero hasta los días son distintos, decimos
que hay olor a diciembre, a celebraciones navideñas,
se siente un sabor diferente,
se acercan las fechas más esperadas en casi
todo el mundo, la fiesta
por el fin de
año y la llegada del nuevo, aquí
existe
otra razón, también celebramos el triunfo de la Revolución cubana.
Desde ahora comienzan los preparativos en los centros de
trabajos, en las instituciones gastronómicas,
que hacen grandes cenas para el pueblo, y los hogares.
Bayamo, el 31 de diciembre, huele a cerdo asado en púa, con el sabroso casabe, el
congrí, la yuca hervida roseada con mojito...,tradición que disfrutamos de
nuestros antepasados.
Esperamos las 12 de
la noche, se escuchan las notas del Himno Nacional por los medios de difusión
masiva, y ahí vienen los abrazos, los
anunciados deseos para el nuevo año, los viva la Revolución cubana, muchos queman un muñeco de trapo, como
símbolo del año viejo; otros tiran agua para la calle para que se vaya lo
malo y les traiga algo bueno el venidero, también están los que salen con una
maleta y le dan la vuelta a la manzana para que
se les dé un viajecito,… y así se forma como cierto jolgorio que al
final nos deja con llantos en los ojos, por llegar hasta el nuevo año, por
compartir con los que tenemos al lado, añoranzas por los que están lejos, y los que ya se nos fueron para
siempre.
Pero diciembre es un mes de meditación, de proyecciones y
esperanzas, de que el nuevo año traerá
salud para todos, éxitos profesionales y en los estudios, mejoría
económica, en fin, todo lo que caracteriza el pensamiento positivo de los
cubanos, que nos ha permitido años tras años, a pesar del bloqueo y las
carencias materiales, mantenernos entre los países con más altos índices en la
educación, entre los de más baja tasa de
mortalidad infantil en el mundo, uno de los más solidarios, y que siempre
luchará por la paz mundial.