miércoles, 15 de enero de 2014

Carbonell y su gran pasión: Bayamo


Con  José Carbonell  aprendí  a amar la historia de Bayamo, en sus conversaciones siempre estuvo presente el amor y el afán por defender  y  preservar las  tradiciones, costumbres, es decir  la identidad de la Ciudad Monumento.
Con su pluma y verbo peleaba  hasta la saciedad  porque se respetara  la historia de este pueblo que lo acogió como Hijo Ilustre.  Nació en Manzanillo, el 28 de abril de 1928, en la calle Sol,   quedó huérfano de madre, por esa causa  llegó  a Bayamo, al amparo de su tía  paterna Caridad Carbonell  Fallas y su esposo Pedro Rebustillo Céspedes, quienes lo criaron como un hijo.
Aprendió las primeras letras en la escuelita particular con Rosita Téllez, al lado del antiguo convento de San Francisco,  la Enseñanza Primaria y el Nivel Medio en escuelas privadas  La Religiosa, del convento de la Divina Pastora y  en el colegio Guevara, respectivamente.
Fue fundador de la Escuela de Comercio y de su asociación de alumnos, donde se distinguió por las luchas pro del reconocimiento e inclusión en el presupuesto y el edificio donde hoy radica la Escuela de Economía. No le gustaba el idioma inglés por tal motivo no se graduó de contador.
Trabajó tempranamente en la mueblería de su padre de crianza Pedro Rebustillo, que con el tiempo administró y dirigió.
El 10 de marzo de 1953, cuando el golpe de Estado, se unió a la protesta del pueblo contra el golpe militar escribiendo algunas veces cartas combativas contra la tiranía en el periódico nacional Prensa Libre, lo cual le costó advertencia por el cuartel militar de Bayamo.
A raíz del desembarco del Granma formó parte del núcleo revolucionario del 26 de Julio, que dirige Vicente Quesada,  aquí en Bayamo, de quien fue amigo  y compañero, y con él compartió detenciones del cuartel y persecución en varias ocasiones.
En la lucha clandestina transportó armas, dio amparo y abrigo a combatientes heridos  de la Sierra Maestra en su casa, fue el promotor de la instalación de la primera  planta clandestina que operó en Bayamo con el nombre La Voz de la Sierra Maestra, desde donde hizo periodismo clandestino.
El 21 de octubre  de 1957 a raíz de la matanza de los revolucionarios, en Bayamo, donde escapó milagrosamente de los sicarios asesinos esta ciudad, por el peligro que corría tuvo que abandonar  su hogar  e ir a vivir a La Habana, allí se incorporó de a lleno  a la vida clandestina, en las actividades del Movimiento 26 de Julio, por la persecución sufrida  tomó el camino del exilio.
En Miami siguió participando en las acciones del Movimiento 26 de Julio junto a sus más connotados jefes: Pepín Naranjo, Enrique Escalona, entre otros.
Al triunfo de la Revolución regresó,  el 7 de enero de 1959, y fue nombrado tesorero del Ayuntamiento Revolucionario, luego  ocupó varios cargos administrativos en varias dependencias hasta  que en 1965 se desempeñó como director del Archivo Histórico de Bayamo.
En el archivo  profundizó sus conocimientos sobre la historia de Bayamo, la cual divulgó en periódicos locales, nacionales,  la radio y televisión, en esta última  asesoró  la serie El Mambisito, junto a Enrique Núñez Jiménez.
Luchó por rescatar y señalizar los lugares históricos de la ciudad, gracias a su  insistencia se le dio el nombre de Plaza del Himno Nacional a la antigua Plaza Rabí, y retomó el nombre de Francisco Vicente Aguilera a la antigua  Avenida de Castro; el Callejón de Guamá, el antiguo callejón de Rojas, entre otros.
Realizó el proyecto de rescate de la Ventana de Luz Vázquez, también a él le debemos la conservación de las ruinas de la iglesia de la Luz y  la torre de la iglesia San Juan Evangelista. Además promovió  el traslado de los restos de la poetisa María Luisa Milanés desde Santiago de Cuba a Bayamo.
Escribió páginas históricas en el periódico regional Combatientes del Cauto, fue fundador del periódico La Demajagua, donde sostuvo  por varios años la columna Con el polvo del archivo, en su emisión dominical. En 1982, le publicaron el libro Estampa de Bayamo, en el que narra de forma sui géneris costumbres y tradiciones de la Ciudad Monumento, todavía permanece inédito el segundo y tercer tomo de esa misma serie.
Era miembro de la Uneac, militante del partido de Cuba. Lo reconocieron  diferentes instituciones de La Academia de Ciencias,  Cultura,  Educación, del periódico La Demajagua;  asimismo recibió el Coche de la ciudad en el Museo Carlos Manuel de Céspedes. Ostentó las medallas de la Clandestinidad y la del XX Aniversario de la Revolución. Las Medallas 30,40 y 50 Aniversario de las FAR que otorga el Consejo de Estado. Reconocido como Personalidad de la Cultura en Granma (1999). Distinción Joaquín Llaverías Martínez (UNHIC/ 2003). Premio Bayamo (UNEAC/ 2004), Miembro de Honor de la UNHIC (2007). Premio Honorífico de Historia José Maceo.
OTRAS ARISTAS
Escribe poesías y canciones. Entre sus poetas preferidos estaban José Martí, Rubén Martínez Villena, Juan Clemente Zenea, José Joaquín Palma, Antonio Machado, Nicolás Guillén y Mario Benedetti. Apasionaba las serenatas bayamesas. Le deleitaba sentarse en la Plaza de la Revolución con la Peña Roja, a la cual pertenecía.
Amaba al bolero y al tango.  De las tradiciones bayamesas siempre recordaba con anhelo las fiestas de reyes, y tenía predilección por los paseos en coche descapotado, con trovadores y guitarras.
Sentía preferencia por el plátano maduro, congrí, longaniza, casabe, café con queso, la cerveza, y era un  dulcero nato. Sentía  mucho placer ver la pasar la procesión.

Me acuerdo de ti
          A la trigueña de San Juan
Y me acuerdo de aquel muro
De aquella esquina
Donde aprendimos a querernos,
El reloj del campanario,
Aquel portal quejumbroso, y
El callejón silencioso
Que va besando la vega,
Me habla tanto de ti, muchacha,
de mis amores
que el tiempo me fue borrando,
ya no te acuerdas de mí.
A Bayamo
Yo digo Bayamo
Y digo Bandera
Patria, cuna, himno, tea.
Yo digo Bayamo
Y el rumor del río
Me canta un bolero
De indio y penas
Yo digo Bayamo
Y algo me quema
No se sí un recuerdo
No se sí una hembra.
Muere el 8 de septiembre del 2011, en Bayamo, aquí siempre lo recordamos, el periódico La Demajagua en su honor publica de nuevo Con el polvo del archivo, sección que durante años mantuvo con gran devoción, y que muchísimas de estas fueron  dictadas por él a sus hijos, nietas, sobrinas…   porque su visión no lo acompañaba.

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