Con José Carbonell aprendí a amar la historia de Bayamo, en sus
conversaciones siempre estuvo presente el amor y el afán por defender y preservar las tradiciones, costumbres, es decir la identidad de la Ciudad Monumento.
Con su pluma y verbo peleaba
hasta la saciedad porque se respetara
la historia de este pueblo que lo acogió
como Hijo Ilustre. Nació en Manzanillo,
el 28 de abril de 1928, en la calle Sol, quedó huérfano de madre, por esa causa
llegó a Bayamo, al amparo de su tía paterna Caridad Carbonell Fallas y su esposo Pedro Rebustillo Céspedes,
quienes lo criaron como un hijo.
Aprendió las primeras letras en la escuelita particular con
Rosita Téllez, al lado del antiguo convento de San Francisco, la Enseñanza Primaria y el Nivel Medio en
escuelas privadas La Religiosa, del
convento de la Divina Pastora y en el
colegio Guevara, respectivamente.
Fue fundador de la Escuela de Comercio y de su asociación de
alumnos, donde se distinguió por las luchas pro del reconocimiento e
inclusión en el presupuesto y el edificio donde hoy radica la Escuela de
Economía. No le gustaba el idioma inglés por tal motivo no se graduó de
contador.
Trabajó tempranamente en la mueblería de su padre de
crianza Pedro Rebustillo, que con el tiempo administró y dirigió.
El 10 de marzo de 1953, cuando el golpe de Estado, se unió a
la protesta del pueblo contra el golpe militar escribiendo algunas veces cartas
combativas contra la tiranía en el periódico nacional Prensa Libre, lo cual le
costó advertencia por el cuartel militar de Bayamo.
A raíz del desembarco del Granma formó parte del núcleo
revolucionario del 26 de Julio, que dirige Vicente Quesada, aquí en Bayamo, de quien fue amigo y compañero, y con él compartió detenciones
del cuartel y persecución en varias ocasiones.
En la lucha clandestina transportó armas, dio amparo y
abrigo a combatientes heridos de la
Sierra Maestra en su casa, fue el promotor de la instalación de la primera planta clandestina que operó en Bayamo con el
nombre La Voz de la Sierra Maestra, desde donde hizo periodismo clandestino.
El 21 de octubre de
1957 a raíz de la matanza de los revolucionarios, en Bayamo, donde escapó
milagrosamente de los sicarios asesinos esta ciudad, por el peligro que corría tuvo que abandonar su
hogar e ir a vivir a La Habana, allí se incorporó de a lleno a la vida
clandestina, en las actividades del Movimiento 26 de Julio, por la
persecución sufrida tomó el camino del exilio.
En Miami siguió participando en las acciones del Movimiento 26 de Julio junto a sus más
connotados jefes: Pepín Naranjo, Enrique Escalona, entre otros.
Al triunfo de la Revolución regresó, el 7 de enero de 1959, y fue nombrado tesorero
del Ayuntamiento Revolucionario, luego
ocupó varios cargos administrativos en varias dependencias hasta que en 1965 se desempeñó como director del
Archivo Histórico de Bayamo.
En el archivo
profundizó sus conocimientos sobre la historia de Bayamo, la cual divulgó
en periódicos locales, nacionales, la radio y televisión, en esta última asesoró la serie El Mambisito, junto a Enrique Núñez Jiménez.
Luchó por rescatar y señalizar los lugares históricos de la
ciudad, gracias a su insistencia
se le dio el nombre de Plaza del Himno Nacional a la antigua Plaza Rabí, y
retomó el nombre de Francisco Vicente Aguilera a la antigua Avenida de Castro; el Callejón de Guamá, el
antiguo callejón de Rojas, entre otros.
Realizó el proyecto de rescate de la Ventana de Luz Vázquez,
también a él le debemos la conservación de las ruinas de la iglesia de la Luz y la
torre de la iglesia San Juan Evangelista. Además
promovió el traslado de los restos de la
poetisa María Luisa Milanés desde Santiago de Cuba a Bayamo.
Escribió páginas históricas en el periódico regional
Combatientes del Cauto, fue fundador del periódico La Demajagua, donde
sostuvo por varios años la columna Con
el polvo del archivo, en su emisión dominical. En 1982, le publicaron el libro Estampa de Bayamo, en el que narra de
forma sui géneris costumbres y tradiciones de la Ciudad Monumento, todavía
permanece inédito el segundo y tercer tomo de esa misma serie.
Era miembro de la Uneac, militante del partido de Cuba. Lo
reconocieron diferentes instituciones de
La Academia de Ciencias, Cultura, Educación, del periódico La Demajagua; asimismo recibió el Coche de la ciudad en el
Museo Carlos Manuel de Céspedes. Ostentó las medallas de la Clandestinidad y la
del XX Aniversario de la Revolución. Las Medallas 30,40 y 50 Aniversario de las FAR que
otorga el Consejo de Estado. Reconocido como Personalidad de la Cultura en Granma
(1999). Distinción Joaquín Llaverías Martínez (UNHIC/ 2003). Premio
Bayamo (UNEAC/ 2004),
Miembro de Honor de la UNHIC (2007). Premio Honorífico de Historia José Maceo.
OTRAS ARISTAS
Escribe poesías y canciones. Entre sus poetas preferidos
estaban José Martí, Rubén Martínez Villena, Juan Clemente Zenea, José Joaquín
Palma, Antonio Machado, Nicolás Guillén y Mario Benedetti. Apasionaba las
serenatas bayamesas. Le deleitaba sentarse en la Plaza de la Revolución con la Peña Roja, a la cual pertenecía.
Amaba al bolero y al tango. De las tradiciones bayamesas siempre
recordaba con anhelo las fiestas de reyes, y tenía predilección por los paseos
en coche descapotado, con trovadores y guitarras.
Sentía preferencia por el plátano maduro, congrí, longaniza,
casabe, café con queso, la cerveza, y era un dulcero nato. Sentía mucho placer ver la pasar la
procesión.
Me acuerdo de ti
A la trigueña de San Juan
Y me acuerdo de aquel muro
De aquella esquina
Donde aprendimos a querernos,
El reloj del campanario,
Aquel portal quejumbroso, y
El callejón silencioso
Que va besando la vega,
Me habla tanto de ti, muchacha,
de mis amores
que el tiempo me fue borrando,
ya no te acuerdas de mí.
A Bayamo
Yo digo Bayamo
Y digo Bandera
Patria, cuna, himno, tea.
Yo digo Bayamo
Y el rumor del río
Me canta un bolero
De indio y penas
Yo digo Bayamo
Y algo me quema
No se sí un recuerdo
No se sí una hembra.
Muere el 8 de septiembre del 2011, en Bayamo, aquí siempre
lo recordamos, el periódico La Demajagua en su honor publica de nuevo Con el polvo del archivo, sección que durante años mantuvo con gran devoción, y que muchísimas
de estas fueron dictadas por él a sus
hijos, nietas, sobrinas… porque su visión no lo acompañaba.
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